sábado, 11 de septiembre de 2010

Confessions of a broken heart

Era nada, o casi nada cuando nos conocimos. Y tal vez nunca supiste que fue de mi existencia, ni nunca lo sabrás, no me buscaste, ni nunca lo harás. Las posibilidades de encontrarnos, de estar frente a frente, de vernos las caras, alguna vez en nuestras vidas, son de una en un millón.

Una parte de mí se muere por verte, por conocerte de verdad, pero la otra se repite a sí misma, día tras día, de que es mejor así, que las cosas pasan por algo, y que si no nos volvimos a ver fue mejor, porque así no dolería perderte, cuando llegara el momento de que te fueras para siempre.

Hay veces que me niego a mí misma el que tú hayas existido, el haber sabido algo de ti, algún día, quizás habría hecho que mi corazón palpitara con fuerza, pero como eso nunca pasó, mi corazón se fue congelando con el pasar del tiempo y no me quedó más que un sentimiento de insatisfacción, de descontento, un vacío, que no sé con que llenar.

Las esperanzas e ilusiones, son lo último que se pierde, muchas veces pensé en una vida diferente, a tu lado, pero me fue muy difícil imaginarla, porque nunca pasó. Si por pura casualidad te cruzaras en mi camino y nos llegáramos a reconocer, yo no quiero que me sonrías, ni que me hables, ni que me llegues a querer, simplemente quiero que me observes por un minuto, y te des cuenta en lo que me convertido ahora y de lo que te perdiste, por irte e ignorar mi existencia.

Y sé que tuviste varias, que no fui la única, pero también sé que no soy como las otras. Yo no quiero tener nada que ver contigo, porque tengo dignidad y respeto mucho a este ser tan bueno que me quiere tanto, que me dio vida y que es capaz de dar la suya por la mía. Es un sentimiento tan intenso el que tiene por mí, que no creo que tú lo hayas podido sentir alguna vez en tu vida, porque no tienes alma ni corazón y si alguna vez los tuviste, no supiste usarlos.

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