jueves, 28 de octubre de 2010

El efecto de la Publicidad en el sistema de valores

La publicidad corrompe el sistema de valores del hombre al promover una concepción materialista de la vida. La publicidad nos impulsa a comprobar y está destruyendo la esencia de la “democracia de ciudadanos” y ha ido remplazándola con una democracia de consumidores egocéntricos.

La enorme cantidad de publicidad que vemos todos los días parece indicar que cualquier problema puede resolverse con sólo comprar algún producto. La publicidad nunca ha tenido muy buena reputación, las teorías de la publicidad subliminal la siguen haciendo parecer manipuladora. Sin embargo la publicidad no siempre es tan efectiva como las agencias de comunicación desearían. De la inmensa avalancha de publicidad que recibimos día a día, la mayor parte de los mensajes no siempre llegan a la “audiencia meta” que se esperaba.

Los publicistas seleccionan los valores y actitudes a ser fomentados y alentados; mientras promocionan unos, ignoran otros. Durante muchos años los publicistas han dicho que su trabajo es simplemente reflejar a la sociedad, lo cual no es cierto, esta afecta los valores culturales y sociales.

Cuando un adolescente observa la publicidad del último teléfono celular es bombardeado por un conjunto de mensajes en los que el materialismo, la posición social y la admiración de sus amigos juegan un papel decisivo. El problema de la publicidad es que no solamente vende el celular en cuestión, sino valores que afectan a la sociedad. Cuando esto ocurre con todos los productos y servicios, el resultado social puede ser devastador. Para los publicistas existe un compromiso moral. La publicidad no es mala, pues juega un papel importante en el crecimiento económico, al servicio del desarrollo humano. La publicidad ayuda al mantenimiento económico de publicaciones, programas y productos que contribuyen a una mejora en la calidad de vida.

El consumidor tiene el poder de no comprar los productos cuya publicidad es poco ética, explota a la persona humana o es chocante. El consumidor es la parte vital de la economía y es el principio y fin del publicista. Un publicista que detecta que sus campañas de mal gusto no venden, entonces deja de hacerlas. El consumidor tiene el poder de decir no a los productos que intentan ser vendidos de manera poco moral o descaradamente perversa.

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