
El discurso de los mensajes publicitarios televisivos configura una realidad con elementos de ficción. En una breve trama actúan personajes y sus diálogos, o situaciones determinan una visión del mundo. No sólo brindan información sobre el producto sino que también están elaborados para generar necesidades.
En consecuencia, proponen comportamientos y visiones en torno a la sociedad. La publicidad plantea un valor simbólico que establece sentidos, jerarquías culturales, rasgos de distinción y diferenciación social.
Los niños y adolescentes son objetos pasivos de la publicidad. Y ésta vincula a los individuos con la sociedad, y a la vez coopera con la formación de la personalidad de los individuos.
Dado el carácter masivo del público de la televisión, no todos los segmentos son aptos para recibir cualquier tipo de mensajes publicitarios.
Sin embargo, siendo la televisión un medio tan masivo el derroche económico podría ser muy grande, ya que se estaría pagando por llegar a muchísima más gente que nuestro consumidor específico. Pero por otro lado hay productos que requieren que su prestigio sea conocido no sólo por su público objetivo.
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